POEMA 7
Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes
a tus ojos oceánicos.
Allí se estira y arde en la más alta hoguera
mi soledad que da vueltas los brazos como un náufrago.
Hago rojas señales sobre tus ojos ausentes
que olean como el mar a la orilla de un faro.
Sólo guardas tinieblas, hembra distante y mía,
de tu mirada emerge a veces la costa del espanto.
Inclinado en las tardes echo mis tristes redes
a ese mar que sacude tus ojos oceánicos.
Los pájaros nocturnos picotean las primeras estrellas
que centellean como mi alma cuando te amo.
Galopa la noche en su yegua sombría
desparramando espigas azules sobre el campo.
Pablo Neruda, 1924
LA MARIONETA
Si por un instante Dios se olvidara
de que soy una marioneta de trapo
y me regalara un trozo de vida,
posiblemente no diría todo lo que pienso,
pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen,
sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más,
entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos,
perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen,
Despertaría cuando los demás duermen.
Escucharía cuando los demás hablan,
y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate.
Si Dios me obsequiara un trozo de vida,
Vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol,
dejando descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma.
Dios mío, si yo tuviera un corazón,
escribiría mi odio sobre hielo,
y esperaría a que saliera el sol.
Pintaría con un sueño de Van Gogh
sobre las estrellas un poema de Benedetti,
y una canción de Serrat sería la serenata
que les ofrecería a la luna.
Regaría con lágrimas las rosas,
para sentir el dolor de sus espinas,
y el encarnado beso de sus pétalo...
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida...
No dejaría pasar un solo día
sin decirle a la gente que quiero, que la quiero.
Convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos
y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría cuán equivocados están,
al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen,
sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A un niño le daría alas,
pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.
A los viejos les enseñaría que la muerte
no llega con la vejez sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres
He aprendido que todo el mundo quiere vivir
en la cima de la montaña,
Sin saber que la verdadera felicidad está
en la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido
aprieta con su pequeño puño,
por vez primera, el dedo de su padre,
lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre
sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo,
cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes,
pero realmente de mucho no habrán de servir,
porque cuando me guarden dentro de esa maleta,
infelizmente me estaré muriendo.ggm.
Me acerco a la ventana
porque un juego de luces me llama la atención
y al ver aquello me pregunto si alguien va a creer
lo que escribiré en los siguientes versos
La luna se había adueñado del cielo
y empezaba a peinar su larga cabellera
disolviéndola en brillos que amenguaban las olas de la noche y
mirando su rostro reflejado en la piel del mar
La luna se descubrió sola y su tristeza
lloró infinita luz de plata
que despertó a todos los seres que la rodeaban
excepto a uno.
Las rocas dejaron de roncar y miraron al cielo asustadas
las plantas que crecen en la vera del acantilado
suspiraron al unísono y se lanzaron al vacío
a recoger las lágrimas que se esparcían por el borde de la noche
la espuma de la orilla se quedó allí, petrificada
y las aves dibujaron círculos concéntricos
en vuelo detenido y esperando una respuesta,
pero la luna estaba demasiado triste
El único que parecía no percatarse de la catástrofe era el faro.
Un grupo de pelícanos nocturnos
en inusual vuelo se acercaron a él para anunciarle la tristeza de la luna
a lo que el respondió con voz apagada
Mi luz, repetida en cuatro ojos que no dejan de girar,
es sólo la luz de un moribundo que no puede ver ni tocar
aquí donde parezco el que indica el camino
soy tan sólo el ciego que repite una melodía antigua.
La luna escuchó aquellas palabras y por un instante
sus lágrimas se congelaron en el aire como estrellas lejanas
y por vez primera bajó hasta donde el faro se erguía
y mirándolo de frente le dijo
Faro que diriges el curso de los navegantes
¿quisieras abrigar mi luz por esta noche?
que no me siento comoda viviendo en este cielo
ahora que he descubierto que lo que el mar me da es tan sólo mi reflejo
El faro aturdido le abrió su pequeña puerta y así
la luna pasó la noche en la casa de la luz de un ciego
en abrazos que al cielo iluminaron
como nunca antes se había visto en antaño
Y como ni yo mismo sé si creerme
me alejo de la ventana y regreso al sueño
donde las embarcaciones aun se pierden y se hunden
porque no son guiadas por la luz del faro
que guarda el corazón de la luna.a.a.
No hay comentarios:
Publicar un comentario