domingo, marzo 30, 2008

INCENDIO EN IBAGUE

Hoy no durmieron las paredes
de mi cuarto de hotel,
mientras sus hermanas
ardían en la esquina;
alli con ellas
quedaban quemadas
las camas con sus secretos
de amantes trasnochados,
las historias,
los relatos,
los chismes,
las tertulias,
los sueños pegados en afiches
polvorientos de los años,
las canciones de cuna
y los cuentos infantiles

Las llamas
penetraban todos los rincones
huyendo temerosas
de los fuertes chorros de agua
que las asediaban,
mientras el cuerpo del delito
se escabullía en los arroyos
de aguas bomberiles.

Ya no llovía
pero tampoco había luna,
porque el humo negro la envolvía
en un abrazo tenebroso
de misterio.

Todo estaba postrado
ante la arrogancia
de las llamas,
apaleando por rincones
ritos y derrotas.

El control remoto
que tenía entre mis manos
ya no era control
ni tampoco remoto.

Mientras
yo observaba en silencio
a las llamas con su lenguaje crujiente,
ellas se convertían en complices
de lo que más me quema

y aunque alli quise quemar
lo que más me ahoga,
me queda aún algo
que ni las llamas queman

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