Al hablar de violencia en el trabajo y de su relación con la salud mental, los investigadores de la Universidad del Rosario precisan que todo acto de violencia no tendrá necesariamente un efecto psicológico o desembocará en una enfermedad mental. Ciertos fenómenos violentos, por ejemplo, tienen efectos más significativos para unos individuos que para otros. Ese es el caso de las violencias resultantes de las desigualdades sociales.
Desde el punto de vista psicológico, los científicos reconocen que subsisten ciertas dificultades para identificar los efectos de los actos violentos en los individuos. La violencia en el trabajo, en particular, está de alguna manera relacionada con el ejercicio del poder y con la constricción de la autonomía y la estigmatización de los individuos, bien sea por parte de la jerarquía organizacional o, en gran medida, por parte de los pares e iguales en el trabajo.
Esos actos no sólo tienen efecto en la esfera de lo individual (representación de su propia situación, incertidumbres, frustraciones, reducción de la capacidad de actuar, de decidir, entre otros), sino que también alcanzan la vida familiar y destruyen esos vínculos. La violencia en el trabajo también tiene efectos en lo colectivo hasta el punto de que se habla de organizaciones enfermas, y los sociólogos se refieren inclusive a organizaciones patológicas.
El vínculo que existe entre conservar o perder la salud mental en el trabajo se refuerza hoy cuando el trabajo es más que un medio de realización de la individualidad, es también el medio de integración a la sociedad y, en algunos casos, juega un rol central en el posicionamiento de los individuos dentro de la familia, el grupo social o cultural al que se pertenece.
Al respecto, algunos investigadores defienden la tesis de la centralidad del trabajo en la construcción de la integridad física y sicológica, es decir, que el trabajo está directamente relacionado con la salud de los individuos desde el punto de vista físico y psicológico. Múltiples hipótesis surgen sobre la relación directa entre salud mental y trabajo, específicamente relacionadas con la inestabilidad y la precariedad en la que viven los trabajadores en el mundo contemporáneo. Esto se produce a partir del momento en el cual la organización del trabajo comienza a sufrir mutaciones y cambios, planteando problemas en cuanto a su perdurabilidad, calidad y desarrollo futuro.
Lo anterior significa que el acceso restringido al trabajo, las formas precarias de contratación, las luchas por la permanencia en el puesto, los cambios obligados de actividad, se presentan en los dos extremos de la vida productiva, a saber: encontrar el primer empleo para los jóvenes y el cambio o renovación de conocimientos para los experimentados.
Estas cuestiones estarían en el origen de un abanico de problemas de orden psicológico que ocultan, de alguna manera, el fenómeno del acto violento en el trabajo, justamente por las condiciones y escenarios en los cuales se desarrollan las labores diarias hoy. En su conjunto, estos elementos contribuyen al aumento de la vulnerabilidad de los individuos, lo cual indudablemente repercute en una fragilización de la integridad física y mental.
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