viernes, octubre 26, 2007

Cada año creo que es el último, pero amando como amo siempre será el primero

Hoy no hablaré de un año más de vida. Hoy quiero valorar el tiempo y darme cuenta que es un pequeño espacio donde juego con mis sueños, tanto los cumplidos como los que aún tengo por realizar. Doy gracias por habérseme permitido vivir en este mundo lleno de altibajos, del cual he aprendido a convivir así sea con terquedad aprendiendo a valorar todo lo que me rodea, apreciando la vida, el paisaje, el color, la alegría y la tristeza, la risa y el llanto, el gozo, el abrir caminos y transitarlos, llevar a cuestas cargas de todos los pesos y lo mas importante: a transportar sueños e ilusiones al valle de las realizaciones.¡Gracias por éste permiso de vivir.
Te doy gracias por mi tierra y mis gentes, por poder tomar agua del grifo sin envenenarme, por contemplar las montañas desde la mañana sin sentir frío ni estar al aire libre, por poder tomarme un tinto y comer cuando lo deseo, por darme los hijos que abren camino al andar como dijo el poeta, gracias por la rumba, el trago y el poema, gracias por estos medios donde nos podemos expresar, gracias por tener mis padres vivos y disfrutar con ellos contando historias, por salir a la calle libre y sin temor, por no estar enredado en nada ni con nadie, por mi trabajo y mi vista para contemplar, por la palabra y el oído para escuchar, por mi sonrisa para brindar confianza y por mis manos para poder acariciar, gracias por mi corazón que aún palpita y me hace sentir que existo, por mis extremidades que me transportan a conocer la luz y la oscuridad, el bien y el mal, por el firmamento poblado de estrellas para imaginarme el cosmos, por el mendigo que me recuerda que existe la pobreza y el sufrimiento, por el enfermo y desvalido porque me hace pensar en el dolor y me recuerda que él existe, por mi alma que aún va y vuelve, por la tierra que la siento mía.
Gracias, Señor, por los avances que he podido ver, por tantos pensamientos que pasan por mi mente como jinetes desbocados y tantos otros que me inundan la vida y me nutren por dentro, como nutre el río a la semilla.
¡Gracias por la escritura, con la que comparto todo lo que me regalas, todas las emociones del camino, todas las claridades de la inteligencia, todas las heridas del corazón, y todos los vacíos del alma!
Gracias, por dejarme enviar mensajes y versos, como si mi cabeza fuera la rosa y sus pétalos se desparramaran con el viento.
Hoy y siempre quiero entender al desterrado, al triste, al desarraigado, al ambulante, al que anda sacudido por el viento.
Eso hay que tenerlo ante los ojos para llorarlo y vivirlo.
Pasa un tren imaginario por mi mente de joven con tormentos por dentro, con amor que se sueña, también mi madurez con plenitud de corazón colmado, de vuelos gigantes, de acontecimientos íntimos, jugosos; de dar a la vida su verdadero sentido y su forma permanente para laborar en ella.
Comenzará mi vejez, sin acostumbrarme a tenerla lejos, a cantar con hijos disgregados, con sueños agotados de futuro, con el sobresalto de no poder esperar y el deseo de morir como he vivido.
Gracias, Señor, por la madre que me diste. Mientras más la recuerdo, más sabia la encuentro.
Yo sé que no he podido iluminar todas las penas, pero a muchas las he puesto a dormir. No he podido pasar todos los puentes ajenos, pero sí traspasé muchos con regalos de amor. No he podido acabar con todas las cruces, pero sí he puesto el hombro en algunas que estaban por caer.
No he quitado el insomnio de todo el mundo, pero sí me he desvelado pidiéndote protección para muchos que sufren.
No he podido repartir todos mis sueños, pero si he paseado por tu inmenso jardín tirándolos al viento.
No he podido calentar todas las tristezas, pero sí me abracé con algunas como si hubieran nacido dentro de mí.
Salí a cielo abierto y te pedí que llenaras a los hombres de estrellas por mí.
¡Gracias por todas las noches que hemos pasado juntos! Nunca tuvieron mis pupilas más luz que en la penumbra, ni he oído tu voz más clara que en lo oscuro, en lo callado, ¡en el corazón misterioso de la noche!
Gracias, Señor, porque he madurado otro poco y agudizado la inteligencia, cortado rosas, divisado lo que antes no veía y manejado con habilidad lo que antes parecía imposible.
¡Gracias por hacerme libre! Ya experimenté que la libertad no se puede matar aunque se aplaste al hombre. Que el pensamiento es de nuestra propiedad y nadie puede cortarle las alas, ni quitarle sus espacios, ni prohibirle volar.
Es un privilegio ser hombre y tener derecho a una mente libre.
Gracias por ayudarme a formar los hijos, conducirlos a jóvenes y entregarlos adultos.
Gracias por ayudarme a ser consejero y sabio, a saber mirando y percibir callando
Pongo en tu corazón a mis tres hijos. Cada uno es una rosa moldeada por tus manos y abierta por mis besos.
Gracias por mi fe. ¿Que hubiera hecho sin ella? Me ha servido de sostén, de brújula, de brazo protector. Me ha dado aguante para el dolor, flores para la alegría, amor para repartir y sentido sobrenatural para mirar la vida.
¡Señor! Te pido perdón y te doy gracias. Te entrego un año y te encomiendo otro.
Lo que dejo en expectativa espero que me ayudes a realizarlo, lo que tengo a medias me ayudes a completarlo y lo que he dado por perdido ayúdame a recuperarlo.

Gracias por la vida.

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