Uribe, peor que Chávez
Nada importan las voces en contrario. Ni el mensaje del presidente de los EE.UU. contra la reelección, ni las valerosas palabras de Lula para no perpetuarse en el mando.
Puede ser Álvaro Uribe el presidente más laberíntico en la historia de Colombia. Todos sus antecesores fijaban una clara línea de conducta, de tal manera que el país sabía a qué atenerse. Con Uribe no. Fuera de su obsesión de cortarle la cabeza a la guerrilla en persistente invocación al rito de la muerte, y de revelar susceptibilidad de erizo al gritarle a un interlocutor: "Marica, te voy a dar en la jeta”, este mandatario tiene la palabra devaluada por sus tramposos manejos de la opinión. Como el camaleón, cambia de ropaje con acople a las circunstancias que influyan en su temperamento mercurial.
Cuando hizo su campaña para llegar al poder, se comprometió a gobernar cuatro años, nada más. Un personaje, con faldas, que él consentía en nómina privilegiada, tuvo la desfachatez de hablar por vez primera de reelección. Uribe con ojos brincones y gestos relamidos, aparentaba desentenderse de la lambona iniciativa, permitiendo que la bola de nieve tomara impulso arrollador, despeñada por las laderas de esta geografía. Los palaciegos, para quienes el señor Uribe es un Divino Niño milagroso, acolitaron la propuesta que encontró inmediata acogida en un legislativo de áulicos. No fue fácil el proceso reelectivo. Para obtener la aprobación de unas cámaras atestadas de genuflexos, tuvieron que tomar los atajos de la delincuencia. Dos parlamentarios, conservadores por desgracia, ya purgan condena por el delito de cohecho. Nadie entiende que en un ilícito necesariamente bilateral, los que lo fraguaron, constriñeron, halagaron y finalmente lo pagaron con el presupuesto del Estado, permanezcan orondos en sus puestos, en cínica burla a la justicia.
Ahora, otra vez, a empellones, a ciegos garrotazos, tumbando puertas y en asaltos nocturnos, los cortesanos promueven un referendo para que el Virrey siga impertérrito en el poder. Recogieron firmas mediante una financiación en entredicho, le succionaron dineros a los que tienen contratos con el gobierno, rebasaron los topes de las contribuciones particulares, recibieron aportes del estafador de las pirámides, y pese a manifiestas violaciones de la ley, pese a la derrota que sufrió en la Comisión Primera de la Cámara, en la nocturna hora de las brujas, estrangulando normas y expidiéndose decretos de media noche, han revivido su cadáver. Con impudicia sin vergüenza, han transmutado el Palacio Presidencial en el epicentro de las promesas y de los nombramientos, para lograr la aprobación del múrido apestoso.
El perjuicio histórico que Uribe Vélez le ha hecho al país no tiene dimensión. Hemos sido notificados que en el futuro, un agalludo en el gobierno, mediante próvidos cortejos a la recua parlamentaria, puede hacer con la Constitución lo que le venga en gana. Es inaudito que la soberana Carta haya sido convertida en una barragana al servicio de los amores incestuosos de un presidente autócrata. Finalizado el próximo cuatrenio, otros correveidiles encontrarán razones para que nuestro Príncipe glorioso, siga manejando esta patria bobalicona.
Nada importan las voces en contrario. Ni el mensaje del presidente de los EE.UU. contra la reelección, ni las valerosas palabras de Lula para no perpetuarse en el mando, no obstante ser el mandatario del mayor respaldo de opinión en toda América, ni la oposición de la Iglesia, ni la notificación de los industriales, ni las declaraciones adversas de quienes fueran sus consejeros de confianza Echeverri Correa y Rudolf Hommes. Uribe está borracho de una gloria ficticia. Tiene ego de curandero y a base de emplastos retóricos, imita, servilmente, a las más detestables camarillas hoy empotradas en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua.
Colombia tiene una pobreza extrema de más del 46% de la población, (20 millones de habitantes) no obstante el hipócrita “tejido social”, almibarado lenguaje que le sirve al virrey de plataforma reeleccionista. Que Uribe deje de consentir a los ricos que liquidan por billones sus utilidades semestrales, que suspenda esos bazares de pedigüeños que hace cada ocho días, que se interne en el desventurado mundo campesino y en los degradados cinturones de miseria de las ciudades, con niños que se mueren de hambre, enracimados en pocilgas, que ausculte la tragedia de quienes están acorralados por las enfermedades, con los hijos sin educación, y en muchos sitios de Colombia, sometidos al estampido de los fusiles. Que no engañe más con la tal “seguridad democrática” apuntalada en bayonetas, con reclutas inexpertos con un galil al hombro en todas las carreteras, con las ciudades, como Bogotá, sembradas de polizontes, dotados de armas modernas, dando la sensación, verídica además, de ser la nuestra, una región en guerra. .Uribe acabó con la circulación de las élites. Consciente de tener parlamentarios convictos entre sus seguidores fanáticos, engrillados ahora en los panópticos, les solicitó: “antes de ir a la cárcel que voten la reelección”. En conclusión, el Príncipe sabía que estos legisladores tenían graves enredos con la ley penal por culpa suya. Uribe, pese a “la encrucijada del alma”, deja que sus hijos hagan fortuna faraónica aprovechándose de los reflejos utilitarios del poder. El 95% de los gobernadores elegidos dentro de su largo mandato, están condenados, o en vía de serlo. Un presidente de su Partido de la U, es ahora comensal en La Picota, pagando sus extravíos. Un personaje muy simbólico de esa misma colectividad, del Oriente de Caldas, huye despavorido ante el reclamo de los fiscales que lo necesitan para que responda por sindicaciones de índole penal.
Chávez, el Júpiter de Venezuela, ramplón y agresivo, es claro y contundente en sus determinaciones. Amenaza y se cumplen los cierres de emisoras, embozala la televisión, adelanta una constrictora reforma agraria, persigue a sus enemigos, le canta las verdades a los EE.UU., enjuicia y ridiculiza públicamente al señor Uribe, puso la educación al servicio del socialismo, y el mundo entero conoce su chabacana forma de gobernar. Es un dictador criollo y ha notificado que se queda en el poder hasta cuando le dé la gana.
Uribe es otra cosa. Sinuoso y marrullero, con movimientos escurridizos de vulpeja, como las mujeres, cuando dice no, es por que sí, engaña una y otra vez al país, se deja anestesiar por los lechuguinos que lo asedian, le importa un higo el código penal, se burla de la justicia, trabaja con delincuentes, se reza a sí mismo padrenuestros, como si fuera un dios todo poderoso, creador del mundo.
Chávez es detestable. Pero Uribe que es abogado y con una mente cargada de latines, es más peligroso porque sabe trabajar con sutileza endemoniada, para su beneficio personal, en las zonas en donde reina la oscuridad.
César Montoya Ocampo
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