martes, febrero 24, 2009

Curación remota con Oración

Un estudio detallado

La "curación remota" es un fenómeno conocido entre los naturistas y otros adeptos de lo paranormal aunque hasta la actualidad no se ha comprobado sistemáticamente. El cardiólogo Randolph Byrd, un antiguo profesor de la Universidad de California, quiso cambiar esta situación. Realizó un estudio de 10 meses por ordenador de la historia médica de pacientes que durante este tiempo fueron admitidos por enfermedades coronarias en el Hospital General de San Francisco. Byrd creó un grupo de experimentadores que no estaba compuesto por terapeutas famosos sino por personas normales cuya única característica era que rezaban asiduamente en los colectivos eclesiásticos de los alrededores. Se pidió a las personas seleccionadas que rezaran asiduamente para un grupo de 192 enfermos; el grupo de control estaba compuesto por 210 pacientes por los que nadie rezaba en el marco de este experimento. Este experimento se realizó teniendo en cuenta condiciones de control muy severas: la selección de los pacientes se realizó siguiendo el principio de la casualidad, el ensayo se realizó según el principio de estudio ciego doble en el que ni el paciente ni los médicos ni las enfermeras sabían qué paciente pertenecía a qué grupo.

Los experimentadores recibieron el nombre del paciente y alguna información sobre el tipo de enfermedad coronaria y se les pidió que rezaran cada día por ellos. No recibieron más información. Puesto que cada experimentador podía rezar por varios pacientes, cada paciente disponía de 5 a 7 personas que rezaban por él. El resultado fue estadísticamente significativo. Se vio que el grupo por el cual se estaba rezando sólo necesitaba una quinta parte de los antibióticos en comparación con el grupo de control (tres frente a 16 pacientes); asimismo, los componentes de este grupo enfermaron tres veces menos de edema pulmonar (tres frente a 18 pacientes) y en ninguno de los casos se necesitó respiración artificial (mientras que en el grupo de control se facilitó respiración artificial a 12 pacientes).

Asimismo, en el grupo de rezo se dieron menos casos de mortalidad que en el grupo de control (aunque este resultado no es estadísticamente significativo). Ni la distancia entre los pacientes y los que rezaban por ellos ni el tipo de rezo representaron una diferencia en los resultados. El factor decisivo fue rezar concentrada y repetitivamente, independientemente de a quién se rezaba y dónde se realizaba el rezo."

martes, febrero 10, 2009

Oda a la vida

La noche entera
con un hacha
me ha golpeado el dolor,
pero el sueño
pasó lavando como un agua oscura
piedras ensangrentadas.
Hoy de nuevo estoy vivo.
De nuevo
te levanto,
vida,
sobre mis hombros.

Oh vida, copa clara,
de pronto
te llenas
de agua sucia,
de vino muerto,
de agonía, de pérdidas,
de sobrecogedoras telarañas,
y muchos creen
que ese color de infierno
guardarás para siempre.

No es cierto.

Pasa una noche lenta,
pasa un solo minuto
y todo cambia.
Se llena
de transparencia
la copa de la vida.
El trabajo espacioso
nos espera.
De un solo golpe nacen las palomas.
Se establece la luz sobre la tierra.

Vida, los pobres
poetas
te creyeron amarga,
no salieron contigo
de la cama
con el viento del mundo.

Recibieron los golpes
sin buscarte,
se barrenaron
un agujero negro
y fueron sumergiéndose
en el luto
de un pozo solitario.

No es verdad, vida,
eres
bella
como la que yo amo
y entre los senos tienes
olor a menta.

Vida,
eres
una máquina plena,
felicidad, sonido
de tormenta, ternura
de aceite delicado.

Vida,
eres como una viña:
atesoras la luz y la repartes
transformada en racimo.

el que de ti reniega
que espere
un minuto, una noche,
un año corto o largo,
que salga
de su soledad mentirosa,
que indague y luche, junte
sus manos a otras manos,
que no adopte ni halague
a la desdicha,
que la rechace dándole
forma de muro,
como a la piedra los picapedreros,
que corte la desdicha
y se haga con ella
pantalones.
La vida nos espera
a todos
los que amamos
el salvaje
olor a mar y menta
que tiene entre los senos.

Pablo Neruda

Solo la muerte

Hay cementerios solos,
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.

Hay cadáveres,
hay pies de pegajosa losa fría,
hay la muerte en los huesos,
como un sonido puro,
como un ladrido de perro,
saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.

Yo veo, solo, a veces,
ataúdes a vela
zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas,
con panaderos blancos como ángeles,
con niñas pensativas casadas con notarios,
ataúdes subiendo el río vertical de los muertos,
el río morado,
hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte,
hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.

A lo sonoro llega la muerte
como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,
llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,
llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.

Sin embargo sus pasos suenan
y su vestido suena, callado como un árbol.

Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,
pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,
de violetas acostumbradas a la tierra,
porque la cara de la muerte es verde,
y la mirada de la muerte es verde,
con la aguda humedad de una hoja de violeta
y su grave color de invierno exasperado.

Pero la muerte va también por el mundo vestida de escoba,
lame el suelo buscando difuntos;
la muerte está en la escoba,
en la lengua de la muerte buscando muertos,
es la aguja de la muerte buscando hilo.

La muerte está en los catres:
en los colchones lentos, en las frazadas negras
vive tendida, y de repente sopla:
sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
y hay camas navegando a un puerto
en donde está esperando, vestida de almirante.

Pablo Neruda

sábado, febrero 07, 2009

Visiones

Cada día te siento mas lejana:
Más cerca tú de tu propia lejanía
más cerca yo de mi propia soledad.

Siento que los cuervos
me sacaron los ojos,
transportándolos vivos
y fijando visiones:

Comienza
el conteo regresivo:
hacia tu próximo pasado
y mi último futuro

jueves, febrero 05, 2009

Realidad tácita

Hoy he querido soñar contigo
pero no he podido;
simplemente
porque no eres un sueño:
Eres una realidad que aún
no logro descubrir

Tranquilamente preocupado

La angustia y la preocupación son gemelas inseparables. Hay cosas peores, pero la angustia y la preocupación son unos problemas que acechan a gran numero de personas. Entre la angustia y el miedo existe una estrecha relación.

La angustia es el sentimiento que experimentamos cuando sin motivo nos preocupamos en exceso por la posibilidad de que en el futuro nos ocurra algo temido sobre lo que no tenemos control y que, en caso de que sucediera consideraríamos "terrible" o haría que nos consideráramos personas totalmente inútiles. También se puede definir la angustia como un sentimiento de amenaza cuya causa es por el momento desconocida pero que puede aparecer en el momento en que menos lo esperamos y revelar a todos sin excepción que somos unos incompetentes o personas totalmente ridículas.

La angustia que experimentamos no siempre es producto de los pensamientos de autodesprecio ante la posibilidad de algún fallo o debilidad personal que pudiera hacerse público. Una segunda forma de angustia proviene de una manera de pensar común a muchas personas, de hecho, a la mayoría, y que recibe el nombre de "baja tolerancia a la frustración", o BTF. La idea básica que sustenta dicha BTF es: "La vida debería ser fácil y transcurrir por donde quiero sin demasiados problemas y molestias; y si no es así, es horrible y no puedo soportarlo." Si aceptamos esta idea, nos encontraríamos cogidos en la "trampa de la comodidad",(cosa que me hace pensar demasiado). Algunas variaciones típicas son: "debo sentirme bien", "No debo sentirme angustiado", "Debo ser frío, mantener la calma y el sosiego". Con estas ideas, y dado que lo más probable es que nos empecemos a sentir mal en el mismo momento en que nos entreguemos a este tipo de pensamientos, lo normal será que suframos un ataque de angustia. Se puede llegar a sentir angustia por miedo a sentir angustia.

La angustia es un círculo vicioso. Una vez que se ha experimentado la angustia "sin razón alguna", aparece una actitud angustiada ante la perspectiva de sentir angustia. Aparecen pensamientos del tipo de "sería horrible si empezara a sentirme angustiado". Pensar de ese modo nos provoca la angustia. Inmediatamente, notamos la angustia y pensamos algo así como "es terrible, me estoy angustiando". Esto lleva a incrementar la angustia, que a su vez nos hace pensar cosas tales como "Estoy perdiendo el control. ¿Y si me desmayo (o me coge un ataque de pánico, o cometo una locura, o me da un ataque al corazón)? Sería terrible." La angustia crece por momentos y nos conduce a pensamientos cada vez más angustiantes. El proceso se desarrolla con gran rapidez y de lo único que somos conscientes es de un progresivo sentimiento de pánico.

Además, a muchas personas les ocurre que "respiran excesivamente" cuando sienten angustia, lo que las conduce a inspirar un exceso de oxígeno y, paradójicamente, sentir que necesitan inspirar más aire cuando en realidad necesitan menos. La respiración excesiva provoca sensaciones de mareo y de vértigo, así como palpitaciones. No sabiendo esto, es fácil pensar que esas sensaciones son una prueba de que algo en nosotros no funciona correctamente, y ese pensamiento produce aún más ansiedad, lo que refuerza el círculo vicioso, afortunadamente saberlo, en parte es controlarlo.

Hay muchas personas que combaten las situaciones que les provocan angustia con una serie de conocidas técnicas pensadas para distraerse de la angustia (relajación, contar hasta diez, beber, etc.). Pueden ser útiles a corto plazo pero en general no resuelven el problema.

Veamos qué se puede hacer. En primer lugar, distinguir entre lo "incómodo" y lo "terrible". Es probable que para nosotros "terrible" signifique el fin del mundo. La ansiedad no es el fin del mundo. Es incómoda, incluso muy incómoda, pero no es terrible a no ser que así la definamos. Si definimos la ansiedad como una sensación terrible estaremos dando otra vuelta al círculo vicioso. Así pues, para empezar, cuando me siento angustiado, me demuestro a mí mismo que la angustia es incómoda, mala, inconveniente, pero no es peligrosa ni es el fin del mundo.

En segundo lugar, demuestro la situación que habría querido evitar. Parece simple, y lo es; pero no es fácil. Recordar esta distinción, es importante. Se va acostumbrando a pensar que la ansiedad es terrible y el cuerpo reacciona conforme a esa definición. Cuesta cierto tiempo acostumbrarse a pensar que la ansiedad, aunque muy incómoda, no es terrible. Y todavía pasa más tiempo antes de que el cuerpo reaccione conforme a esta nueva definición, sin embargo la apariencia fisica parece que cambiara

En tercer lugar, hace años se desarrolló un principio que resultó ser muy útil. Se denomina "arduo pero no aplastante". Con ello queremos decir que si creemos que una situación nos sobrepasa, quizás es mejor no enfrentarnos a ella todavía. Pero sería un error avanzar demasiado gradualmente y sólo hacer lo que podamos realizar cómodamente. Superar la ansiedad significaría tolerar cierto grado de incomodidad, por lo que es importante enfrentarse al sentimiento de incomodidad y no evitarlo. Para empezar, escogeremos una experiencia que consideremos ardua. Y si no tenemos éxito, pensaremos que es desagradable pero no terrible. Continuaremos aplicando el principio de arduo pero no aplastante. Escojamos una situación que nos resulte difícil de afrontar, hágamoslo y practiquemos la actitud que resumimos en la frase "la angustia es una sensación muy desagradable, pero no es terrible". Si tememos que nos dé un ataque de pánico, recordemos que el pánico tiene una duración muy breve, aunque mientras dura parece interminable. Enfrentémonos a él con la misma actitud: "Si me coge un ataque de pánico, me ha cogido y ya está; será desagradable, pero no terrible."

El control de la respiración como hemos dicho anteriormente es importante. Tenemos que aprender a controlar la respiración. Esto requiere muchísima práctica. La inspiración controlada implica que las inspiraciones son suaves, lentas, regulares y bastante superficiales (no profundas). Inhale por la nariz y exhale por la boca en ciclos regulares. Una frecuencia de doce ciclos por minuto suele ser la apropiada, pero cada uno debe encontrar su propio ritmo respiratorio. Estos ciclos regulan la cantidad de oxígeno que ingerimos, de forma que no aparezcan las sensaciones de vértigo, desmayo o mareo, ni las palpitaciones que conlleva el exceso de oxígeno.

La aplicación de estas actitudes antiagustia y de técnicas como la de la respiración controlada desgraciadamente requieren muchísima práctica, pero podemos estar seguros de la progresiva mejora que sentiremos. Creo que si se siguen estas directrices es posible escapar del círculo vicioso de la angustia.

Independientemente del tipo de angustia que experimentemos, ya sea una "angustia social" íntimamente relacionada con un miedo escondido o evidente a cometer errores en público, a perder el amor de alguien, a no estar de acuerdo con los demás, o sea una "angustia de tipo inquietud" provocada por una necesidad de que la vida sea predecible y sin demasiadas dificultades, hemos de aceptar que somos nosotros mismos los que creamos la angustia con nuestros imperativos absolutos. Sigamos la pista de las principales generalizaciones imperativas que crean esa angustia innecesaria. Si a continuación analizamos lógicamente estas generalizaciones descubriremos de dónde surgen y a qué conclusiones nos llevan, invariablemente, veremos que no se basan en ninguna lógica, que impiden vivir felizmente o que no son prácticas a la hora de intentarlo y que conducen a conclusiones indeseables. Hacer este análisis con rigor nos ayudará a abandonarlas.

Creería que la verdadera vida consiste en aprender y ello conlleva asumir riesgos, lo que no nos impide advertir que no es necesario hacer locuras. Se trata de proponernos objetivos que no estemos seguros de conseguir, buscar novedades que no estemos seguros de disfrutar, determinar mediante la experiencia lo que nos gusta y lo que nos disgusta y decidir qué queremos hacer con nuestra vida. No hay otros objetivos vitales que los que cada uno se marca.

Lo peor de casi cualquier "desastre" no es tanto lo terrible que sea en sí mismo sino la creencia exagerada en el horror que conlleva.

Peleas internas como príncipe

La Tolerancia es natural. Va con el Sí esencial que nos impulsa al cambio fluidamente y a la integración. La Tolerancia es un requisito de la libertad, que es propia de la vida humana. No es una ofrenda ni un sacrificio por los demás,
Podemos tener una actitud de Tolerancia elaborada, aprendida, estructurada e intelectual, que no tendrá nunca la calidad y la riqueza de aquella que nace del corazón
La Tolerancia es también "un margen de aceptación". Su límite es sin duda la moral, entendida como los principios determinantes del tipo de relaciones en que se va a desenvolver un grupo humano, con sus valores consecuentes.
La Tolerancia es de proyección social, va con una mejor comunicación, con la integración y con el desarrollo personal, pero no cabe en nuestro mundo interno en función de la vida considerada como perfeccionamiento constante. En nuestro mundo interior, tendrá que reinar la Tolerancia cero con nuestros vicios, nuestra ignorancia, nuestra cobardía, nuestras supersticiones, nuestro egoísmo, nuestro divorcio del espíritu de verdad.
La sabiduría milenaria de oriente nos trae un simbolismo al respecto. Dice Krisna a Arjuna en un capitulo del Bhagavad Gita: "Recupera tu trono y tu reino, Príncipe. Corta cabezas. No te importe que ellos sean tus parientes, tus amigos de la infancia, tus maestros o instructores. Tu deber primordial es recuperar tu reino y tu trono sin debilidades ni contemplaciones. Ataca, Príncipe."
El trono que debe recuperar el príncipe Arjuna es el control sobre sí mismo, su nivel de conciencia, el protagonismo de su propia vida.
Aquellos a los cuales el Príncipe debe atacar sin contemplaciones para recuperar su trono son, sin duda, los enemigos internos con los cuales convivimos y llegamos, incluso, a acostumbrarnos y a encariñarnos y ante los cuales, como se dijo, cabe aplicar la tolerancia cero.